Innovación abierta: modelo para mejorar el desempeño de creación

Colombia viene incorporando, desde hace ya varias décadas, diferentes estrategias para promover la ciencia, la tecnología y la innovación como base para el crecimiento del país, de manera que permita preparar a su población como una verdadera sociedad del conocimiento.

a creación recientemente del Sistema Nacional de Competitividad e Innovación y del Minciencias son apuestas que impulsan no solo las actividades relacionadas a la ciencia, la tecnología y la innovación, sino también la relación entre el sector académico y productivo para el impulso de la productividad y competitividad.

NO SIEMPRE HAY CORRELACIÓN

Pese a esto, existen aún grandes desafíos que deben ser abordados:

El Índice Global de Innovación (GII) 2020 analizó las capacidades de innovación en 131 países de economías diferentes. Se basó, por una parte, en la medición de los insumos para la innovación en relación a la cualificación del recurso humano e inversión; y por otra, en los resultados de innovación resultantes medidos como productos de conocimiento, desarrollo tecnológico y productos creativos (activos intangibles, bienes y servicios creativos y productos digitales).
Para esta versión, Colombia se ubica en el puesto 68 descendiendo un puesto con respecto al 2019, cuando presentó un mejor desempeño en temas relacionados con los insumos de innovación (puesto 56) que los relacionados a productos resultado de innovación (puesto 74). Esto evidencia cómo la inversión en innovación que realiza el país no necesariamente se ve reflejada en resultados de innovación.

Cabe resaltar que dicha inversión se encuentra muy por debajo de la inversión que realizan los otros países de la Ocde y que corresponde a menos del 1 % del PIB. Uno de los ‘lunares’ hallados en el informes son los débiles vínculos para la innovación que permitan la sofisticación empresarial. Estos están íntimamente relacionados con los procesos de cooperación academia – empresa y el desarrollo de redes de trabajo.

Por otra parte, el Índice de Competitividad Global (ICG) del Foro Económico Mundial mide factores relacionados con el nivel de productividad. Ubica a Colombia en el puesto 57 entre 141 economías analizadas para el año 2019, donde escaló 3 posiciones con respecto al año anterior. El índice evalúa 12 pilares, siendo el último, Capacidades para la innovación, uno de los principales desafíos a mejorar y en el que el país ocupa el puesto 77. Este pilar recoge aspectos relacionados a proceso de colaboración y capacidades en investigación y desarrollo como publicaciones, solicitudes de patentes, gasto en I+D y relevancia de los institutos de investigación.

PAPEL DE LAS IES ES DETERMINANTE

Frente a este panorama, el aporte de la educación superior es fundamental para el cierre de brechas, la formación de capital humano competente y la sofisticación del sector productivo referido principalmente al desarrollo de innovaciones a partir del nuevo conocimiento generado.

La literatura ha estudiado ampliamente las relaciones universidad – empresa bajo tres dimensiones: (i) los factores que impulsan la relación, siendo estos diferentes para la empresa y para la academia, (ii) los canales por los cuales interactúan y (iii) beneficios percibidos.

En este sentido, los procesos de Innovación abierta se han posicionado como un canal de interacción que genera valor de forma bidireccional, ya que permiten la transferencia de conocimiento a través de productos tangibles para el sector empresarial y el desarrollo de diferentes vías de explotación de la innovación.

La innovación abierta es un concepto desarrollado por Henry W. Chesbrough en 2003, para definir un nuevo paradigma de innovación empresarial. Este concepto pone de manifiesto la importancia del trabajo colaborativo y de las diferentes fuentes de conocimiento para el desarrollo de innovaciones exitosas, en las que se prioriza el uso intensivo de conocimiento no solo el desarrollado al interior de las organizaciones, sino también el que que viene del exterior y que permite acelerar la innovación.

Colombia no es ajena a esta tendencia. Empresas como Grupo Nutresa, Ecopetrol, Grupo Corona, Bancolombia evidencian grandes avances al respecto. Asimismo, en el ecosistema existen ejemplos de apalancamiento de organizaciones como Ruta N, INNpulsa o Connect Bogotá, entre muchos otros. Entre las ventajas halladas sobresalen la aceleración de la innovación, la reducción de costos, la co-creación de nuevos productos, servicios y modelos de negocio, y la reducción del riesgo de la innovación.

Es por esto que la academia es un actor relevante. La innovación es un proceso que requiere esfuerzos, recursos y conocimientos que muchas veces las organizaciones de forma individual no pueden afrontar, pero que las instituciones de educación superior pueden ser capaces de proveer dichos recursos, conocimientos y el capital humano competente, que en definitiva también le permita a las IES validar y aportar desde sus propios conocimientos y la formación de su capital intelectual.

Sin embargo, para que esta relación sea dada a largo plazo deben cumplirse diferentes condiciones, que permitan la generación de una relación gana-gana a través del flujo de conocimiento de forma bidireccional y que condicionan la existencia de relaciones estables, como la existencia de acuerdos de propiedad intelectual, herramientas de trazabilidad y el diseño de indicadores e incentivos.

Este tipo de vínculos para la innovación no solo ofrecen ventajas para la academia – empresa, sino que aportan al crecimiento económico del país, en la medida en que la gestión del conocimiento y el capital intelectual sean factores productivos dentro de la apuesta del país.

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